Ya os comenté hace unas entradas que este año me he apuntado a varios KAL.
De uno de ellos, concretamente del Block Stitch Cowl, me sobró lana. Esta es la perdición de cualquier tejedor. De cada labor nos sobra algo del ovillo, y vamos acumulando restos sin saber muy bien qué hacer con ellos.
Esta vez, tuve una idea. Lo primero que hice al terminar el cuello fue pesar los restos de lana que me quedaron. Resultó que tenía 75 gramos de la lana azul petróleo, 33 gramos de la gris y 31 gramos de la granate.
Así que pensé que entre la azul petróleo y la gris tenía material suficiente para tejer unos calcetines para Emilio, para tener los pies calentitos el invierno próximo.
Una cosilla, en este post os comenté cómo calculo yo la lana que voy a necesitar para una labor; pero también os dije que la experiencia es un grado. En este caso no ha sido ni lo uno ni lo otro.
Cuando he tejido calcetines lo he hecho con lana para aguja de 3 mm o 6 mm. Así que no tenía ninguna referencia, excepto que la mayoría de patrones hablan de 100 gramos de lana. Así que al sumar el peso de la lana azul petróleo y la gris ví que tenía más de 100 gramos.
Y me lancé. Sin patrón. Lo único que hice antes fue pensar la distribución de colores: gris para elástico, talón y puntera; petróleo para el resto.
Y aprovechando que tenía una visita programada al hospital para retirar material quirúrgico de una operación anterior, me llevé los calcetines. Y tejí, tejí y tejí.
Y de mis restos de lanas salieron unos calcetines la mar de majos, que cumplirán perfectamente su función cuando el frío vuelva por las tierras alicantinas.
Y me ha sobrado ésto, dos bolitas de lana que aún no he pesado. Como tengo más restos de esta misma calidad de lana, voy a guardarlos juntos. Y en cuanto tenga otros 80-90 gramos, el próximo par de calcetines será a rayas (y será para mí).
Y tú, ¿qué haces con los restos de lanas?
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