¡Buenos días!
Bueno, realmente buenos... En fin, hoy toca una entrada algo más personal.
Llevo unos meses sintiéndome una extraña dentro de mi propio cuerpo. Yo siempre he sido una persona alegre y que se ríe de la vida. Pero hace un tiempo la cosa cambió.
No me dí cuenta del cambio, pero de golpe un día me puse a llorar y temblar en medio de la calle. Entonces empecé a ver los avisos que no había sabido detectar: dormía mal, me despertaba mucho con pesadillas o gritos, no descansaba, estaba siempre agotada, apática...
En su momento lo fui achacando al cambio de estación, que suele dejarme un poco hecha un trapo. Y no llegué a darme cuenta de que había algo más hasta que estallé.
El caso es que he vivido unos episodios de ansiedad y he estado muy triste. He llorado muchísimo este año, por todo, sencillamente porque de repente me ponía a llorar con agonía. Me sentía pequeña, muy pequeña, atrapada, sin fuerzas para luchar.
Estuve incluso un tiempo en el que no me apetecía tejer ni hacer ganchillo. Lo cierto es que no me apetecía hacer nada. Y eso que yo intentaba hacer todo lo posible por encontrar algo que me motivara a enfrentarme a esos sentimientos y volver a ser yo.
Por suerte, algunos días sacaba fuerzas. Y mi "terapia" particular ha sido seguir escribiendo en este blog. Ha sido mi forma de mantener a la antigua yo. No sabes la de post que he escrito y borrado sólo para desahogarme... Y los post que he borrado porque no transmitían absolutamente nada...
Poco después vino la vuelta a coger las agujas y el ganchillo, y entonces todo fluyó un poco.
El movimiento constante y repetitivo me reconfortaba, me ayudaba a sentirme mejor. Sinceramente, me daba igual el producto final; si no me convencía, tiraba de la hebra y volvía a sentir el placer de darle a la aguja.
Desde la pasada primavera mis proyectos han estado también muy cargados de meditación, de escucharme a mí misma mientras tejía, de parar cuando no me sentía del todo bien y de volver a tejer cuando sentía que podía gestionar las emociones.
He llegado a la conclusión de que mientras hacía punto o ganchillo dejaba una parte de mi mente en suspensión, pero esa parte "dormida" funcionaba por cuenta propia, y me ha ido dejando temas en los que luego he pensado mucho.
Aún no he vuelto a ser completamente la de antes, y no sería lógico que volviera a serlo. Durante estos meses he cambiado, me he conocido mejor a mí misma, me he enfrentado a mí misma y he seguido adelante.
Y ahora es cuando me siento capaz de escribir sobre ello de forma pública, ahora es cuando siento la necesidad de contarlo. Este último año no he sido yo, pero estoy volviendo.
Hasta el próximo post, que ya volverá a ser más alegre (y más lanero).
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